Por Laura Bonelli
La palabra «Palio» define tanto el premio como la carrera y, en general, toda la fiesta. Palio deriva del latín pallium, término con el que se indicaba un paño de tela preciada y envolvente, casi un manto. El Pallium era, por lo tanto, un estandarte de tela preciosa, generalmente de terciopelo forrado con piel de vero, a veces de terciopelo bermellón forrado de amarillo, seda, damasco o brocado. Su tamaño podía variar hasta treinta y dos brazos sieneses y su uso podía cambiar según las circunstancias. Estos artefactos no siempre se conservaban, a veces servían de decoración para las parroquias o para las compañías laicas que insistían en los territorios de las contradas.
Durante el siglo XVII, los palios seguían siendo confeccionados en terciopelos lisos o brocados, bordados en oro y perlas; el valor material predominaba sobre el simbólico, a tal punto que casi siempre el artefacto se vendía para pagar los gastos de la carrera. Por ejemplo, algunas noticias relativas a los reportajes del palio del 15 de agosto de 1633, ganado por la Tartuca e ilustrado también por un famoso grabado de Bernardino Capitelli, informan que «desde el balcón del Ayuntamiento, colgaba un largo trozo de tela preciosa: era el premio para el ganador».
[art. 93: Tanto en las carreras ordinarias como para las extraordinarias, el Ayuntamiento otorga como premio a la Contrada ganadora un Palio (estandarte de seda pintado) que da nombre a la Fiesta. Según la tradición, este, para la carrera del 2 de julio, lleva en la parte superior la imagen de María Santísima que se venera en la Iglesia de Provenzano y para la del 16 de agosto, la imagen de María Virgen Asunta al cielo. Además lleva siempre la fecha de la carrera, el blasón de la Balzana (escudo de Siena), eventualmente junto con los otros dos del Ayuntamiento, los blasones de los antiguos Terzieri (las tres antiguas divisiones) de la Ciudad y los del alcalde a cargo, y de las diez Contradas que corren. En cuanto a la parte alegórica, en los Palios ordinarios, en caso de que el Ayuntamiento no crea prescribir el tema, el pintor es libre de proponerlo, mientras que para los Palios extraordinarios, que también pueden tener un aspecto diferente, además de la fecha y las figuraciones heráldicas indicadas anteriormente, debe hacerse referencia preeminente a la circunstancia o al evento por el cual se realizó la carrera, de modo que pueda constituir un documento histórico autorizado. El Drappellone es transportado solemnemente, para el Palio del 2 de julio, a la Iglesia de santa María in Provenzano, y para el del 16 de agosto, a la Catedral, respectivamente antes de la prueba general y antes de la tercera prueba, y permanece allí expuesto hasta cuando debe ser izado en el Carroccio (carro), para el Desfile Histórico. En el traslado participan las Representaciones del Ayuntamiento y del Magistrado de las Contradas, los Diputados de la Fiesta, los Priores, el Tamburino (figurante con tambor) y dos Abanderados de las diecisiete Contradas, todos previamente reunidos en el Ayuntamiento. El Palio sigue siendo propiedad de la Contrada ganadora, la cual, sin embargo, está obligada a devolver al Ayuntamiento, en el plazo de un año, la placa de plata que lo corona. Art. 94: La pintura del Palio o Drappellone, mencionada en el artículo anterior, es encargada por la Administración Municipal al artista elegido por la misma. El Ayuntamiento puede convocar a su vez, si lo considera necesario, un concurso conforme a unos plazos que garanticen al participante al menos treinta días para la presentación del boceto y al ganador del concurso al menos sesenta días para la ejecución de la obra. El deber de establecer las modalidades del concurso corresponde al Concejo que nombra también a la Comisión encargada de juzgar los bocetos presentados y designar al ganador. El Jurado, además del alcalde, o un concejal delegado por él, que lo preside, estará compuesto por cuatro miembros, uno de los cuales será designado por el Magistrado de las Contradas. Una vez realizada la elección, se expondrán al público todos los bocetos que se consideren adecuados. Por motivos de oportunidad o urgencia, la pintura del Palio puede ser encargada directamente por el Concejo a un artista de confianza].
Este paño tuvo una historia bastante rocambolesca y al final, unos cincuenta años después, parece haber sido desmembrado y reutilizado para otros fines. En el Palio del 15 de agosto de 1650, los archivos de la Compañía de san Domenico en Camporegio informan que la Contrada del Drago donó a la Compañía el «Palio de damasco carmesí con friso blanco, y con forro de tafetán blanco y negro, y la insignia de nuestra Balzana»; según algunos documentos de la Compañía de santo Stefano, la Contrada del Nicchio, tras la victoria del Palio del 2 de julio de 1662, entregó a la Compañía «un damasco carmesí doble en altura y con friso verde con un damasco en el medio, de doce brazos de largo, revestido de tafetán rojo con friso verde, con lazos rojos y verdes» y un «Antipendio con la Santísima Virgen de Provenzano, con Armas de los Ilustrísimo Sres. Vecchi, Ballati y Colombini como Señores de la fiesta». Por otra parte, para el Palio del 2 de julio de 1692, como informan las noticias de la Contrada Capitana de la Onda, el palio era «una jofaina de plata que pesaba cinco onzas, 7 denarios y el premio una onza, ceros denarios de plata». Por lo tanto, contrariamente a lo que se nos obligan a creer, las Armas Gentilicias y la imagen de la Virgen, no aparecían en el premio principal, que en este caso era una jofaina o un damasco sobre el cual se podía pintar muy poco; sino sobre otro tipo de tela, sostenida por un asta, más conocida como «antipendio» que en el siglo XVIII se denominará estandarte.